ESTRUCTURA
PSICOTICA. PERVERSION Y PSICOSIS
NARCISISMO
– BISEXUALIDAD – DESDOBLAMIENTO
Amor, esto quiere decir,
de una manera general, la conciencia de mi unidad con otro, si bien yo
no estoy aislado para mí, sólo adquiero mi conciencia de
sí renunciando a mi ser para sí y conociéndome como
unidad con el otro y del otro conmigo... El primer momento en el amor es
que yo no quiera ser para mí una persona que se basta a sí
misma, y que si lo fuera me sentiría defectuosa e incompleta. El
segundo momento consiste en que yo conquisto mi ser en otra persona, en
la que gano el valor que ella, por su parte, gana en mí. De esta
forma, el amor es la más enorme de aquellas contradicciones que
el entendimiento es impotente para resolver... es, a la vez, la producción
y la solución de esta contradicción, y, en tanto que solución,
es la unión moral de los seres
HEGEL: Filosofía
del derecho
NARCISOS...
El 3 de febrero de 1987
se cumplió el centenario del nacimiento del desdichado poeta austríaco
GEORG TRAKL (1887-1914). El anhelo de comprender las claves de su breve
y torturada existencia, de su trágico destino, destino y existencia
cifrados por el patético amor que profesó a su hermana GRETE,
nos ha inspirado estas reflexiones sobre la estructura psicótica
y el narcisismo y su determinante presencia en el decurso de su devenir
humano. Trataremos de ver cómo el fantasma del narcisismo incestuoso
y del desdoblamiento y reunificación del andrógino primitivo,
implícitos en la estructura psicótica, al descompensarse,
o desestructurarse (con lenguaje órgano dinámico) ésta,
se actualizan, ya sea en la realidad fáctica de la perversión
de la personalidad psicopática del estado límite bordeline,
ya sea en su reverso, en su negativo, de la realización imaginaria
y metafórica de la alucinación y el delirio en la psicosis
esquizofrénica. Y esto a través de dos ejemplos paradigmáticos,
el de GEORG TRAKL y el de su pendant, el caso José Mendle descrito
por Jaspers.
Como siempre debemos remontarnos
al mito, al maravilloso mito del maravilloso pueblo helénico, para
aprehender la explicación primera, y verdadera, del misterio del
ser, expresada en el poético lenguaje que es el suyo – Pierre Grimal
registra tres versiones principales del mito griego de Narciso (reseñadas
también por Otto Rank en su libro sobre el doble). La primera, y
la más conocida, es la que el poeta latino Ovidio narra en sus METAMORFOSIS:
Narciso es hijo de dios del río Cefoso y de la ninfa Liríope
quienes, deseosos de conocer el futuro de su vástago, consultaron
al respecto al anciano adivino ciego Tiresias (el mismo a quien los dioses
castigaron, transformándolo en mujer por el lapso de 7 años,
el mismo también que, en la tragedia de Sófocles, revela
a Edipo su verdadera identidad y el cumplimiento del terrible oráculo
que lo condenaba al parricidio y al incesto). Tiresias profetizó
que el niño “viviría hasta viejo si no se contemplaba a sí
mismo”, “si él no llega a conocerse” en su palabra cargada del profundo
sentido de la sentencia délfica “conócete a ti mismo”. Llegado
a la edad viril Narciso fue objeto del deseo de doncellas y ninfas pero
se mantuvo siempre insensible a su llamado. Una de sus desdichadas enamoradas
fue la ninfa ECO, la que, en su dolor, se retiró a los bosques donde
su cuerpo se consumió de pasión, quedando tan solo su voz,
voz que tan sólo podía repetir, como un eco las palabras
que oía, su voz que era la voz del otro, la voz del deseo del otro
(de eso otro que mora en mí y que expresa mi deseo; la voz de mi
deseo expresado por ese otro que soy yo mismo). Vagando Narciso por ese
bosque, persiguiendo la voz de ECO, su propria voz, llega a las orillas
de un manantial, y, al inclinarse para beber, contempla el reflejo de su
propria imagen y en el acto queda prendado de la misma, se enamora, por
primera vez y para siempre, de sí mismo. Absorto, ensimismado en
su pasión imposible, apartado y ausente del mundo, ajeno e indiferente
a la realidad que lo rodea, deseándose a sí mismo, deseando
poseer y ser poseído por su imagen en el espejo de las aguas, se
deja morir, y en el Hades, a orillas del Estige, río de los infiernos,
aún hoy se sigue contemplando. Y cuenta la leyenda que en el lugar
de su muerte brotó la hermosa flor a la que damos su nombre.
La segunda versión
del mito, originaria de Beocia, cuenta que el joven y muy hermoso Narciso
“despreciaba los placeres del amor”. Pero esta vez es un joven, un varón,
el que se enamora de él y a quien rechaza constantemente. Ante la
insistencia de su suspirante termina enviándole, como significativo
regalo, una espada, y Aminias, que así se llamaba el apasionado
efebo, se suicida, obediente, a la puerta de la casa de Narciso, pero pidiendo
la maldición de los dioses para su cruel amado. Maldición
que se cumple cuando Narciso, al ver reflejada su imagen en una fuente,
se inflama, por primera vez, de pasión y de deseo, pero, desesperado
ante la imposibilidad de consumar su amor, también se suicida. En
el lugar en que había muerto, y donde la hierba había quedado
impregnada con su sangre, brotó el narciso. En este caso el imposible
amor culmina en el suicidio en plena juventud.
La tercera versión
es la relatada por Pausanias. Consigna que “Narciso tenía una hermana
gemela a la que se parecía en extremo: ambos eran bellísimos.
La muchacha murió y Narciso, que la quería entrañablemente,
experimentó gran dolor. Un día, al verse en una fuente creyó
por un instante, contemplar a su hermana y ello mitigó su pena.
Aunque sabía claramente que no era su hermana a quien veía,
se acostumbró a mirarse en la fuente, para consolarse de su pérdida”.
Estas distintas versiones
del mito, que expresan distintos aspectos de una problemática común
de la existencia del ser, nos plantean una serie de interrogantes: A quién
ama, a quién desea Narciso?. A sí mismo?. A su doble de mismo
sexo, con un amor homosexual?. A su otra mitad heterosexual de sí
mismo, a esa otra mitad del ser bisexual, hermafrodita, que fuimos una
vez, en la filogenia, en la embriogenia, en nuestra remota primera infancia,
amor que debe cumplirse en sí mismo para reencontrar la unidad originaria
del andrógino primitivo?. O a los tres, en el enigma de la escisión
del yo, de la ambivalencia, de la disociación, que caracterizan
a la estructura esquizofrénica, la estructura psicótica por
excelencia?. Estructura que, si el fantasma se hace realidad fáctica,
organiza una existencia fronteriza y perversa, o si es reprimido y retorna
en la alucinación y el delirio aprisiona el ser en el autismo esquizofrénico.
Como si éste fuera el negativo, el reverso de aquélla. Como
si la perversión fuera la última defensa, la última
protección, contra la catástrofe de la psicosis.
GEORG,
GRETE Y LOS OTROS
La existencia atormentada
y trágica de Georg Trakl nos proporciona un ejemplo arquetípico
de lo primero: estructura psicótica que se descompensa, se desestructura
en psicopatía, estado límite – bordeline, perversión
– Narciso: homosexualidad, incesto fraternal, suicidio, tres caracteres
esenciales del mito que se dan, en cierta forma, en la esencia del nombre
Georg Trakl. El caso José Mendel, por su parte estudiado fenomenológicamente
por Karl Jaspers en su trabajo “Relaciones entre destino y psicosis en
la demencia precoz” representa un ejemplo paradigmático de lo segundo:
alucinación, delirio, psicosis, esquizofrenia. Sobre ambos planea
el fantasma, la sombra de ambigua belleza de Narciso y su trágico
y doloroso destino.
Toda la vida y la obra
de Georg Trakl merecen un profundo estudio que escapa a los fines y límites
del presente trabajo, por lo que nos limitaremos a los datos indispensables
para la comprensión del tema que nos ocupa.
Delicado e íntimo,
este poeta austríaco, de vida fugaz (1887-1919, tan solo 27 años!)
y obra breve (unos pocos libritos de poemas, dos dramas, fragmentos y cartas),
ambas, sin embargo, vida y obra de una intensidad y riqueza excepcionales,
ambas de arrebatadora belleza, de un hermético y simbólico
lirismo, de él dicen los manuales que “su poesía recoge originariamente
los acentos del simbolismo francés, a los que contrapone elementos
cristianos en sus poemas explosivos de una intimidad atormentada. Incluido
por la crítica en el expresionismo al que superan artísticamente
sus poemas por la profundidad y el acabado sentido plástico, su
obra incluye “Poesía” (1913), y, publicadas póstumamente,
“Sebastian en Sueño”(1915), “Poemas”(1919), y “El otoño del
solitario” (1920) casi toda ella traducida a nuestro idioma.
Vio la luz en Salzburgo,
el 3 de febrero de 1887, siendo el cuarto de seis hijos de un típico
matrimonio burgués (ferretero el padre, de gustos artísticos
la madre, refinada y sensible), dos años mayor que la quinta hija,
Margarete, Grete, Gretl, a quien la uniría el más profundo
y doloroso afecto que embargó su alma.
En la casa natal, había,
ante todo, un jardín con un bosquecillo de avellanos donde “vivirá
intensamente los juegos de la inocencia y algunos otros”, jardín
que constituirá un recuerdo permanente y obsesivo en su poesía.
Niño sensible y soñador enamorado de la soledad de bosques
y montañas, alumno mediocre y retraído, abandonó sus
estudios después de seis años de liceo cuando le faltaban
dos años para terminar su bachillerato. Después de un tiempo
de inactividad, de perplejidades, dudas y desorientación en cuanto
a la dirección de su carrera, de su proyecto y su destino digamos
con lenguaje existencial, recaló en los estudios de farmacia, quizás
los más ajenos a su naturaleza, esencialmente romántica y
poética. Anotamos de sus biógrafos que “el comienzo de la
pubertad coincidió en Trakl con una total y súbita transformación
de su carácter, pasando de la alegría más abierta
a un increíble desprecio de la existencia”, agregando que “se complacía
en ideas de suicidio” (¿esquizoidía, ciclotimia?). En sus
años de aprendizaje profesional, primero como ayudante de un farmacéutico
en Salzburgo (en la farmacia del Angel), más tarde en Viena, donde
obtiene el título de Magister Pharmaciae, en 1910, a los 23 años,
nacen sus primeras poesías, pero también su dependencia de
los “tóxicos extácticos”, las drogas maravillosas, ya se
llamen alcohol, cloroformo, opio, haschich, veronal (que estuvo a punto
de costarle la vida en una intoxicación aguda en 1913), o cocaína
(a la que sucumbirá finalmente en 1914), en una ominosa conjunción,
droga, alcohol y poesía, que parece signar el destino y la existencia
de los “poetas malditos” nacidos con Poe y Baudelaire, con los simbolistas
Rimbaud y Verlaine, y a la que también rindió tributo. En
1911 cumple su año de servicio militar como afectado a la farmacia
del hospital militar de Innsbruck, donde “servir a los clientes se le vuelve
una tortura que se agranda día a día: tiene miedo de esas
presencias humanas, y sufre físicamente por ello hasta el punto
de estar bañado en un sudor de angustia cuando hay demasiada gente
en la oficina”. 1912 y 1913 pasarán sin ocupación ni vivienda
fija, entre viajes a Viena, Innsbruck y Salzburgo, y escapadas a los solitarios
refugios alpinos, entre “borracheras nietzcheanas” de alcohol y de drogas,
visitas a prostíbulos (aunque según su biógrafo, tan
solo como espectador), pero también de afiebrado trabajo poético
y nacimiento de estrechas y nobles amistades, entre ellas la del entrañable
Ludwig von Ficker. Y también en 1912 su amada, dolorosamente amada
hermana Grete contrae matrimonio y se va a vivir a Berlín. Y en
1913 anota su biógrafo: depresiones e intento de suicidio por veronal.
Y llegamos a 1914, el año trágico de su existencia en el
mundo: en febrero su hermana agoniza en Berlín a consecuencias de
un aborto: Georg corre a su lado, pero el 28 de julio Austria declara la
guerra a Servia y el 6 de agosto a Rusia. Georg es movilizado en los servicios
sanitarios del ejército austro-húngaro con el grado de teniente
y enviado al frente ruso, participando un mes más tarde, en septiembre,
en la sangrienta batalla de Grodek, en la Galitzia ucraniana, en la que
los austríacos sufren una terrible derrota. Grodek será el
título de su último, bellísimo poema, en cuyas líneas
evocará, por última vez, “la sombra de la hermana”, como
en tantos otros otros bellísimos poemas, y a la que ya no volverá
a ver. Las escenas de horror vividas en el campo de batalla y en la enfermería,
en la que deseó cumplir funciones de médico, presenciando
el suicidio de soldados gravemente heridos, mas la depresión que
arrastraba desde siempre, pero agravada en 1913, quebrantaron definitivamente
su ánimo,e intenta matarse con un revólver. Trasladado en
observación a la sección psiquiátrica del hospital
militar de Cracovia el 30 de septiembre de 1914 le toca compartir su celda
con un oficial víctima de un delirio alcohólico y allí
transcurrirá el último mes de su vida, en un estado de depresión
cada vez más profundo, obsesionado y aterrorizado por la idea de
ser fusilado por su tentativa de suicidio, casi equivalente a una deserción
o a una cobardía en tiempo de guerra, y con la desgarradora certeza
de su cercana, inevitable muerte, testimoniada en sus pocas cartas de esos
días, la redacción de su testamento (en la que lega todos
sus bienes a su hermana Grete) y el relato de su amigo von Ficher quien
viajó hasta Cracovia para ayudarlo. Y por fin, el desenlace y la
liberación final, el 3 de noviembre de 1914, como consecuencia de
un nuevo intento de suicidio, esta vez fatal, por sobredosis de cocaína.
Pocos días después, el Dr. Michl, médico mayor del
hospital militar de Cracovia escribe al medio hermano de Georg, Wilhem,
contestando a su demanda de informaciones: “En respuesta a vuestra atenta
del 11 de noviembre de 1914, le informo que su hermano, el médico
enfermero Georg Trakl estaba en observación en nuestro hospital
en razón de su estado mental (Dement.praec.) se ha entregado en
la noche del 2 de noviembre a una tentativa de suicidio por envenenamiento
con cocaína (medicamento que verosímilmente ha traído
de la farmacia de campaña donde trabaja precedentemente y tan bien
disimulado que no se había encontrado nada sobre él a pesar
de todos los cuidados médicos). Ha muerto el 3 de noviembre a las
9 de la noche y ha sido inhumano en el cementerio local de Rakovicz. Cracovia,
15 de noviembre de 1914. Dr. Michel St”. Tan sólo hacía 3
meses que había comenzado la guerra, y ese último mes
de su vida, por las circunstancias que lo caracterizaron, y que hemos relatado,
de horror, de presión, desesperación, miedo, culpa y muerte,
de lacerante soledad y falta de amor, fueron el calvario final de su vida,
toda ella pasión, pathos, sufrimiento. Y sin embargo, en medio de
todo ese horror redactó sus dos últimos, bellísimos
poemas “Lamentación” y Grodek” y en ambos la presencia de la “sombra
de la hermana” es como una despedida de la que fue la razón de su
existencia.
AL
BORDE...
No podemos, dentro de
los límites y objetivos de este trabajo, profundizar y extendernos
en un análisis existencial del transcurrir humano de Georg Trakl,
empresa fascinante, compleja y harto difícil, que quedará
para un estudio especial, de más largo aliento, pero tampoco podemos
soslayar el examen, por somero sea, de algunos aspectos que tocan más
de cerca a nuestra reflexión específicamente psiquiátrica.
En primer lugar el del diagnóstico “no compartiríamos ahora
el único diagnóstico que conocemos se le haya hecho por contacto
directo” el de demencia precoz, vale decir esquizofrenia, quizás
por un médico no psiquiatra y en circunstancias muy particulares.
De lo que sabemos, Trakl no presentó síntomas positivos (alucinaciones,
delirios, conducta groseramente desorganizada o lenguaje psicótico)
ni negativo (autismo, déficit progresivo en lo intelectual, afectivo,
volitivo o relacional), y menos aún deterioro final, “demencia esquizofrénica”.
Muy por el contrario, hasta sus últimos momentos testimonió
su riquísima sensibilidad, su aguda percepción de la realidad
y la problemática de su existencia y, sobre todo, su discurso, su
lenguaje, de arrebatadora belleza, de altísimo vuelo poético,
de una profundidad conceptual que hermanan poesía y filosofía
como en los orígenes del milagro griego, en que ambos eran una sola
cosa. De lo que sabemos de Trakl, en cambio (su alcoholismo, su politoxicomanía,
su depresión existencial, sus intentos de suicidio, su inestabilidad
afectiva, su indefinición de metas y objetivos, su falta de proyecto
definitivo, su perversión en la elección de objeto. Su presumible
inmadurez de identidad de género sexual) nos inclinan a suponer
que padeció, en un intento de diagnóstico clínico
fenomenológico, de un estado límite bordeline (El BL en la
conceptualización de Bourgeois), de una personalidad bordeline (en
el sentido de del DSM III, a la mayoría de cuyos Items de ajuste
y a cuya descripción remitimos), a una personalidad psicopática
emparentada estructuralmente en la esquizofrenia pero no descompensada
psicóticamente (esquizofrenia latente de Bleuler, esquizoneurosis
de Ey), en resumen: una ESTRUCTURA esquizofrénica, pero, repetimos,
no descompensada psicóticamente. Pero, además, un narcisismo
patológico, tal como los estudiados por Kernberg o Kolmt, un narcisismo
incestuoso fraternal, un narcisismo mítico, por referencia a la
versión de Pausanias del mito de Narciso como veremos a continuación.
El amor que Georg Trakl
profesó a su hermana Grete, ambos muy semejantes físicamente
(y ambos también muy hermosos), a tal extremo que uno de sus biógrafos
no vacila en describir a la muchacha como “el doble” de su hermano, fue
un amor perverso (ya que, al decir de Scherrer el incesto es una perversión
de la elección de objeto, en el sentido de que el mismo no es admitido
socialmente), un amor perverso por narcisismo incestuoso y de tinte homosexual,
ya que, como lo dice explícitamente en algunos de sus poemas, la
imagen de su hermana se le aparecía a veces como la de un efebo.
Se amaba a sí mismo en la imagen efébica de su hermana?.
Son múltiples las alusiones a esa desgraciada pasión, a veces
apenas veladas, en la poesía de Trakl, en la que la figura, la imagen,
real o transfigurada, de Grete, se repite constantemente. Se inició
ese amor en la infancia, en el bosquecillo de avellanos del jardín
de su casa natal, bajo el cielo estrellado del otoño y fue quizás
sorprendido por sus padres?. Se consumía realmente, en la realidad
fáctica de la carne ese sombrío amor de perdición?.
En verdad no importa, lo que sí importa es que ese amor fue el fantasma
central de su existencia, alrededor del cual giró toda su vida y
su poesía y signó su trágico destino. Uno de sus poemas
lleva por título “Incesto” y en muchos otros se transparentan las
claves que dan sólido fundamento a esa hipótesis.
Por ejemplo,
en “Salmo”:
La extranjera reaparece,
la hermana, en los malos sueños de alguien
Extendida bajo los
avellanos la ha tomado para jugar, sus estrellas
El estudiante, sosías
quizás, la espía largamente por la ventana
Detrás de él
se mantiene su hermano muerto, o bien desciende
La vieja escalera
de caracol
A la sombra de los
oscuros castaños palidece la silueta del joven novicio.
El jardín está
en la noche...
O en “Quietud y silencio”:
Aún
otra noche que yace con la frente entre las piedras
a la
luz de la luna
Efebo
radiante
Aparece
la Hermana en el otoño y la negra podredumbre...
Y en “Pasión”:
El lamento
viene de los cañaverales del otoño
del estanque
azul
y se
va bajo el bosque, en el verde
a perderse
con la sombra de la Hermana
Sombrío
amor
De una
raza salvaje
Que huye
de la luz bajo sus ruedas de oro murmurante
Noche
durmiente
Bajo
la negrura de los pinos
Dos lobos
petrificados en el abrazo
Han mezclado
su sangre fue de oro
Esa nube
deshecha por encima de la senda
Paciente
secreto de la infancia...
En “De sueño y
tinieblas abrazado”:
Una noche, el padre
no fue más que un viejo en la oscuridad de los cuartos; el rostro
de la madre se volvió de piedra y sobre el muchacho comenzó
a pesar la maldición de esta raza degenerada. A veces recordaba
su infancia, colmada por las enfermedades, el terror y la tiniebla, los
juegos secretos del jardín a la luz de las estrellas, o bien de
haber dado de comer a las ratas en la penumbra del patio. De un espejo
azul salía la delgada silueta de su hermana y el caía como
muerto en el corazón de la negrura... El odio quemaba su corazón,
la voluptuosidad, cuando violentó, en el jardín verdeante
del verano, a la criatura que se callaba y reconoció en ese rostro
radiante las tinieblas del suyo... demonio flameante, su hermana... una
nube púrpura nubló su cabeza, entonces, en silencio, se derrumbó
sobre su sangre y su rostro, espectro lunar; piedra, se hundió en
el vacío mientras que en el espejo roto aparecía su hermana
como efebo agonizante; raza maldita que se tragó la noche...
En “Revelación
y Perdición”:
Pero cuando descendía
la senda rocosa me tomó la locura y proferí altos gritos
en la noche, y cuando con mis dedos plata me incliné sobre las aguas
silenciosas, vi que mi rostro me había abandonado. Y la voz blanca
me dijo “Mátate!”. En un suspiro se elevó en mí la
sombra de una criatura, y ella, radiante, me miraba: entonces me derrumbé
en llanto bajo los árboles, la terrible bóveda de las estrellas...
Y también
en “Metamorfosis del mal” que no transcribiremos para no extendernos demasiado.
Y asimismo en “Lamento” escrito en el hospital de Cracovia. Y por último
en Grodek, su último poema, su despedida de la vida y de su amada
hermana Grete, concebido pocos días antes de su voluntaria muerte,
también en la sección psiquiátrica del hospital militar
de Cracovia cuya conmovedora belleza nos obliga a citarlo por entero”
Al anochecer
retumban en los bosques otoñales
Las armas
mortíferas, en las llanuras doradas
y en
los lagos azules sobre los que rueda
lúgubremente
el sol. La noche abraza
a los
guerreros moribundos, el salvaje lamento
de sus
bocas destrozadas
Pero
silenciosamente se acumula en el fondo de los prados
una nube
roja en la que mora un Dios colérico
la sangre
derramada y un frío lunar
todos
los caminos llevan a la negra podredumbre
Bajo
el ramaje de oro de la noche y las estrellas
se tambalea
la sombra de la hermana
por la
floresta silenciosa
para
saludar a los espíritus de los héroes, a las
cabezas
sangrantes
y quedamente
suenan en los juncos las oscuras
flautas
del otoño
Oh, un
altivo duelo! Altares de bronce
la ardiente
llama del espíritu alimenta hoy
un dolor
inmenso,
los nietos
no nacidos.
Agreguemos tan sólo
que Grete, excelente pianista, de quien ya dijimos que, casada y radicada
en Berlín, estuvo a punto de morir en febrero de 1914 como consecuencia
de un aborto (los nietos no nacidos?) se suicidó en 1917, después
de un desgraciado matrimonio.
Aún unas pocas
palabras acerca de las relaciones de la vivencia del cuerpo, de la percepción
de la imagen del proprio cuerpo, el suicidio y la muerte. Ya vimos que
desde su pubertad manifestaba Trakl un “increíble desprecio de la
existencia” y que “se complacía en ideas de suicidio”. Deseaba Trakl
realmente morir, morir totalmente, o quizás tan sólo desprender
de su ser ese cuerpo odiado por culpable, de esa “negra podredumbre” que
habita tan reiteradamente sus poemas?. Quizás pensaba como Antonin
Artaud cuando contestó a quienes le preguntaban si el suicidio es
una solución “yo no siento el apetito de la muerte, siento el apetito
de no ser”?. Y quizás también como Ellen West de Binswanger,
después de una larga, agotadora lucha contra su cuerpo obeso y estéril,
debe reconocerse derrotada y que la liberación de ese abominado
cuerpo en el que está aprisionado su ser, de ese cuerpo-tumba, ese
soma-sema de los antiguos griegos orfico-pitagóricos implica inevitablemente
la muerte total, la muerte del ser, la muerte del alma?. O quizás
la decisión final llegue cuando ya hasta el alma ha muerto, cuando
se tiene la certeza, como dice su biógrafo “de ser un alma muerta
en un cuerpo roído”?. Con las mismas palabras de nuestro poeta:
“Oh, el Hombre, podrido todo el ser en su forma” y “es una extranjera sobre
la tierra, el alma”, y, definitiva prueba, la carta de junio de 1913 a
su confidente amigo L. von Ficker: “Anhelo el día en que el alma
no querrá, no podrá vivir más en este cuerpo infeliz
apestado por la tristeza, en el que pueda abandonar esta forma ridícula
hecha de estiércol y podredumbre que es un reflejo demasiado fiel
de un siglo sin Dios y condenado. Dios mío, sólo una pequeña
chispa de alegría pura y uno estaría salvado, algo de amor
y uno estaría redimido”. Ese día anhelado fue, por su propria
libre decisión, el 2 de noviembre de 1914. Tenía tan sólo
27 años.
...DEL FANTASMA
El fantasma central del
narcisismo incestuoso, del desdoblamiento del ser bisexual que fuimos y
que retorna en la alucinación y el delirio se hace psicosis esquizofrénica
en José Mendel, magistralmente estudiada por Karl Jaspers en su
trabajo de 1913 sobre “Relaciones entre destino y psicosis en la demencia
precoz”. De este caso, de riquísima sintomatología excepcionalmente
florida, verdadero compendio de vivencias y conductas psicóticas
y cuya evolución se ajusta punto por punto, avant la lettre, a la
descripción del decurso de la experiencia delirante en fases sucesivas
(de trema, apofanía, apocalíptico-catatónica, de consolidación
y estado residual) que debemos a Klaus Conrad en su magnífico estudio
de 1953 sobre “La esquizofrenia incipiente”, transcribiremos tan sólo
los párrafos más significativos en relación con el
tema que nos ocupa, pero advirtiendo que la lectura integral del texto
de Jaspers es necesaria a los fines de situar los fenómenos psicopatológicos
que se relatarán, en su adecuado contexto.
El Dr. en jurisprudencia
José Mendel, nacido en 1883, presentó en mayo de 1912, a
los 20 años de edad, una psicosis aguda de 14 días de duración,
vivencialmente muy rica. Su padre y su madre eran nerviosos y había
mucha desarmonía en la vida conyugal. Es el mayor de los tres hermanos
(dos varones y una mujer), todos ellos también nerviosos. Durante
su niñez aprendió a hablar y a caminar algo tardíamente.
En el colegio fue al comienzo buen alumno, pero fue decayendo y la escuela
se transformó para él en una tortura, siempre excitado y
tímido, hasta que abandonó en el octavo curso y se hizo comerciante.
Esta profesión no le agradaba y se sentía muy deprimido.
Después de seis meses empezó de nuevo a estudiar en forma
particular para reingresar al colegio. Lo hizo y se recibió de bachiller
en 1904, a los 22 años, con buenas notas. Ingresó luego a
la Universidad para estudiar leyes, pero desde 1906, a los 23 años
comenzó a padecer distimias afectivas todos los años, a aficionar
a las bebidas alcohólicas y su gusto por la abogacía se transformó
en asco y rechazo, dedicándose cada vez más a lecturas literarias
y filosóficas.
Todas estas peculiaridades
se intensificaron a partir de los 25 años: se ocupaba exclusivamente
de filosofía, y quería escribir un tratado (que más
tarde fue su “sistema”). Se volvió parco en palabras, consideraba
que “la sociedad le era contraria” y “nunca se sentía bien”, retraído,
deprimido y abúlico se volvió extraordinariamente limpio
y se lavaba las manos con excesiva frecuencia. En lo relacionado con lo
sexual era muy reservado. Desde 5 años atrás se sentía
íntimamente superior a las demás personas. En diciembre de
1911 rindió su examen estatal en leyes, para el que no había
preparado en absoluto, creyendo, sin embargo, que merecía recibir
la máxima calificación. En 1912 los acontecimientos se precipitan
hasta culminar en rebrote alucinatorio y delirante que motiva su internación
en la clínica psiquiátrica de Heidelberg. A comienzo de abril
le comunican que ha recibido la nota 2 (la máxima era 1), que consideró
injusta, lo que lo excitó sobremanera: durante un par de días
no pudo comer ni dormir, quería estar siempre solo y no soportaba
a nadie fuera de su hermana. Dos semanas más tarde se encaraba repetidas
veces con ella diciéndole: “Verdad que ya no me conoces?”. Ya en
la clínica le expresa al médico que lo examina: “Yo creo
que soy usted y tal vez más”, “todos están en mí porque
sólo la fantasía es realidad y el mundo (la realidad) se
ha vuelto fantasía para todos por mí”, “el mundo está
en mí; usted también está en mí; yo también
estoy en usted”.
De la sección del
trabajo de Jaspers titulada “La historia de vida contada por el proprio
paciente” de extraordinaria riqueza psicopatológica, sólo
extractaremos unos poquísimos párrafos, los más significativos
en relación con el tema que estamos estudiando: “La sensación
de que su hermana vivenciaba tal como él ya se había presentado
antes de un modo muy vívido. Tenía la sensación de
una prolongación de su personalidad o “algo parecido”, que le comprendía
totalmente y seguía rigurosamente todas las fluctuaciones de su
ánimo. Creyó ahora que no sería su hermana y se lo
preguntó directamente. En verdad ella se veía como tal. Pero
súbitamente se había presentado en él esta sensación
extraña, completamente sin ningún fundamento, sólo
la sensación. Simultáneamente, sin embargo, él quería
mucho a esta hermana que no era su hermana. Tuvo las siguientes ideas:
la figura anterior es secundaria. Existe la posibilidad de un intercambio
de almas. Existiría otra personalidad en su hermana. A esta personalidad
la sentía en cierto grado como propria. Se sentía duplicado,
pero duplicado con un sexo diferente. Este sentimiento de desdoblamiento
era todavía poco claro, más tarde se hizo más evidente”...
“En estas horas se desarrolló también progresivamente la
sensación de la presencia de otra personalidad y del doblamiento.
Hasta ahora había vivido fluctuaciones: había en él
otra personalidad que sentía y se movía con él en
lo más mínimo, que era, luego, en el doblamiento, él
mismo como mujer. Se hizo ahora muy claro el desdoblamiento en su dormitorio.
La otra personalidad penetró ahora en él; él sentía
en sí mismo el cuerpo femenino. Sentía los pechos femeninos,
las caderas redondas, los genitales femeninos. Pero, al mismo tiempo, sentía
su propia forma y sus genitales masculinos. Sin embargo, en cierta medida,
se sentía él lo más real y nuclear, y a lo femenino
como una sombra transparente. Sentía, empero, la vida del cuerpo
femenino, su respiración, etc., todo con mucha claridad. Como hombre
se sentía muy alto, tenía un miembro gigantesco y se sentía
bello como el Adán de Durero. Se palpaba en su belleza. Pensaba
que así, tan grande y bien proporcionado, se volverían todos
los seres humanos. Finalmente, se negó entre él mismo, como
hombres y como mujer, al coito. Era una sensación amorosa; sin embargo,
sin excitación sexual; algo como “un sentimiento libre y elevado”,
sin placer, y, sin embargo, estaban allí las sensaciones sensuales
del coito. Después de transcurrido éste, pasó toda
la vivencia del doblamiento”.
Creemos que los párrafos
transcriptos son sobradamente reveladores del fantasma del narcisismo incestuoso,
del doblamiento del andrógino primitivo, como para que nos extendamos
en más citas del caso de José Mendel, cuya lectura lectura
integral, repetimos, es necesaria, esclarecedora y de excepcional interés
para la psiquiatría fenomenológica. Pero, además,
queremos resaltar la extraordinaria similitud de los aspectos esenciales
del caso de José Mendel con el del presidente Schreber, cuyas “Memorias
de un enfermo nervioso” fueran magistralmente analizadas por Freud en su
brillantísimo estudio de 1911 “Observaciones psicoanalíticas
sobre un caso de paranoia (Dementia paranoide) autobiográficamente
descrito”, fundador de la interpretación psicoanalítica de
la temática y el contenido de los delirios. La lectura integral
de ambos casos revelará esa asombrosa analogía a la que hacíamos
mención, pero a los efectos de la cuestión que nos ocupa,
transcribiremos de dichas “Memorias de un enfermo nervioso”, tan solo el
siguiente párrafo, sobradamente demostrativo: “Para no ser mal interpretado,
tengo que señalar aquí que, al hablar del cultivo de la voluptuosidad,
que, por así decirlo, se ha convertido para mí en un deber,
no aludo nunca a una concupiscencia sexual respecto de otros seres humanos
(personas femeninas) ni tampoco a un trato sexual con ellos, sino a representarme
a mí mismo como hombre y mujer en una sola persona, realizando el
coito conmigo mismo”... (p.227).
El análisis del
valor de los fenómenos de los que nos hemos ocupado para una comprensión
totalizadora del sentido y significación de la existencia psicótica,
especialmente esquizofrénica, del esclarecimiento de la génesis
y organización de la estructura psicótica, y del desarrollo,
en sentido jaspersiano, de la personalidad psicopática y la perversión,
serán dejados para un trabajo ulterior. El presente artículo
debe ser considerado como una comunicación preliminar, y las hipótesis
heurísticas, vale decir, como estímulo y guía para
una investigación más honda.
De los temas tratados,
que hacía a la identidad del ser, más estrictamente a la
conciencia de la identidad sexual, a la conciencia y vivencia del cuerpo
sexuado, se han ocupado, desde Gérard de Nerval (quien con la fina
intuición y poder de introspección y autoanálisis
de los poetas, supo, el primero, en 1853, en el relato autobiográfico
de su experiencia delirante “Aurelia”, acceder a la aterradora revelación
de que “el hombre es doble”) hasta Stoller, en su magnífico artículo
sobre los Gender Identity Disorders del Comprehensive Textbook of Psychiatry
de Freedman, Kaplan y Sadock, pasando por Dostoievsky (El doble 1846),
Otto Rank (excepcional estudio sobre El Doble, 1914), Carl G. Jung (y sus
concepciones de la sombra, en animus y el anima), Alby (y su noción
de la identificación femenina parcial), Scherrer (en el voluminoso
tomo III de su Approche Clinique a la Psychiatrie, dedicado casi totalmente
al tema de las perversiones y especialmente al capítulo sobre el
incesto), Sven Follin (en varios trabajos sumamente valiosos sobre el tema,
pero sobre todo “le transexualisme psychotique...”), Letailleur, Morin
y Le Borque (en un hermoso análisis de un caso clínico de
visión de su doble de sexo opuesto) y Bergeret (en su indispensable
Psichologie Pathologique, en sus capítulos sobre la noción
de estructura y la estructura psicótica). Y por supuesto, la obra
de Freud, especialmente los tres trabajos citados en la bibliografía
que iniciaron el camino de la revelación del sentido profundo y
el simbolismo de los síntomas psicopatológicos . Y, por ultimo,
las brillantisimas aportaciones de Henry Ey, en el marco de la teoría
órgano dinamista de la enfermedad mental, en su Tratado de las Alucinaciones
de 1973, en particular los capítulos sobre alucinaciones acústico-verbales,
alucinaciones corporales, alucinaciones delirantes y modelo organodinámico
de las alucinaciones.
Es precisamente desde
esta perspectiva organodinamista, síntesis dialéctica superadora
de la tesis organicista y la antítesis psicodinamica, que podemos
tratar de explicar y comprender la génesis y la significación
existencial de la problemática que hemos reseñado, que podríamos
designar como el fantasma del narcisismo incestuoso por desdoblamiento
del andrógino primitivo (cuyas raíces se pueden rastrear
hasta el poema de Empédocles y el Fedro de Platón). En el
proceso de estructuración de la personalidad, de constitución
del ser-en-el-mundo, de la vivencia, la conciencia del yo, y más
específicamente de la identidad sexual, de identidad de género,
del cuerpo sexuado que describió Merleau Ponty, atravesamos una
fase de hermafroditismo psíquico, de ambisexualidad pulsional, de
bisexualidad (concepción que, en la psiquiatría moderna desarrolló
Freud, a partir de ideas de Krafft-Ebing, Fliess y Weininger, entre otros),
y que podemos situar entre los 3 y los 5 anos de edad, sucediendo a la
fase de asexualidad o de indiferenciacion de la identidad sexual, y precediendo
a la de constitución de la primera identidad unisexual de la infancia,
que se afirmará, haciéndose definitiva, en la pubertad y
adolescencia, después de atravesar el periodo de latencia. No hacemos,
por otra parte, y ahora en el plano de lo psíquico, más que
repetir la filogenia y la ontogenia (en la evolución de las especies
biológicas, botánicas y zoológicas, y en el desarrollo
embrionario del ser humano): en ambas se atraviesa esa frase de hermafroditismo,
de bisexualidad, cuyo vestigios quedarán latentes en nuestros cuerpos,
y en nuestra psique, prontos a reactivarse si un proceso patológico
lo libera del control, de la inhibición, de la represión
que ejercen sobre ellos las nuevas instancias superiores órgano-funcionales
que se han ido desarrollando y estructurando en el curso del proceso de
crecimiento y maduración.
Pero para que suceda esa
desestructuración , esa desorganización del “corps psychique”,
no solo es indispensable un proceso patológico actual que, afectándolo
en su totalidad produzca el déficit funcional de las instancias
superiores del psiquismo (la conciencia), los síntomas negativos,
y la liberación de las instancias inferiores (el Inconsciente) controladas
y reprimidas por aquéllas, en forma de síntomas positivos
(el retorno de lo reprimido), sino que exista una falla en la organización
de ese nivel de bisexualidad del androgino primitivo, o mejor aun arcaico,
falla estructural o fracaso en el proceso de personación como quiere
Follin. Y esa falla estructural es, recurriendo a una analogía,
a las que Freud era tan afecto, aunque toda analogía es incompleta
e imperfecta mas aun si se aplica a un proceso bio-psiquico dinámico
como cuando en la construcción de un edificio de varios pisos se
emplea una viga mas débil en determinado nivel de la estructura
metálica interna que los sostiene y sin embargo el edificio se sigue
construyendo, sigue creciendo, alrededor y por encima de esa falla estructural
que podrá estar a la altura de cualesquiera de los pisos que se
construyen, de los niveles estructurales de maduración, y a nivel
de la cual se producirá la grieta o el derrumbe si un terremoto
actual, y en función de la intensidad del mismo, sacude el edificio.
Y esa falla estructura parece ser visible desde siempre, afeando constantemente
a la construcción y revelando su fragilidad intrínseca, o
quedar oculta, invisible en la apariencia exterior, pero existente y real
en la interioridad del mismo, y no hacerse evidente nunca, salvo por procedimientos
altamente especializados de análisis de estructuras edilicias, o
revelarse bruscamente y quedar al descubierto en la crisis del sacudimiento
sísmico. Esa falla estructural, ese locus minore resistentiae, es
la estructura psicótica, evidente desde siempre en la personalidad
psicopática, en el estado limite bordeline (el ELBL de los autores
franceses), u oculta definitivamente, haciéndose visible solo para
algunos pocos y a través de estudios altamente especializados (el
descubrimiento del fantasma subyacente en el análisis, como señalan
Laplanche y Pontalis en el articulo respectivo de su diccionario), u oculta
y que se revela bruscamente en la desestructuracion psicótica de
la personalidad, metamorfoseada imaginaria y simbólicamente en la
alucinación y el delirio.
La estructura psicótica
es como una moneda (o quizás mejor aun como una cinta de Mobius?)
cuya sustancia es el fantasma de la bisexualidad del andrógino primitivo
(sera esto valedero para todas las psicosis endógenas?), y cuyo
anverso, cuyo positivo, es la perversión psicopática y como
reverso cuyo negativo, es la psicosis. Y esa falla estructural, la constitución
de ese fantasma, y también ese sismo desestructurante responden,
en su génesis, a la causalidad bio-psico-social, a la dialéctica
natura-nurture que, en su ultima instancia, explica todos los avatares
de la existencia humana, de la organización del ser-en-el-mundo,
que es un eterno devenir, que es lo que no es y que no es lo que es según
la hondísima formula artiana. Y que también explica la enfermedad
mental como un avatar mas del ser existente humano, que solo en esa perspectiva
puede ser explicado, y comprendido integralmente. Y en esa perspectiva
existencial, y ya Hegel lo había previsto, el narcisismo, perverso
o psicótico, es un fracaso, una frustración de la existencia,
existencia defectuosa e incompleta, en suma, una existencia inauténtica.
Pero, sobrepasando esa
perspectiva, yendo mas allá de la reflexión psiquiátrica,
filosófico, existencial, y si es que existe una esencia del hombre,
y esa esencia es, como dijo el mismo Hegel, que “el hombre no es nada mas
que la existencia de sus actos”, no nos importarán el narcisismo,
la perversión, la enfermedad de Georg Trakl, negaremos que la suya
haya sido una existencia fracasada, frustrada o inauténtica, diremos,
con Sartre, que el hombre existe en la medida en que se realiza sus actos,
y definiremos a los hombres, no por las enfermedades que padecen,
sino por la obra que nos dejan, por su quehacer en el mundo. Esa es su
esencia, esa es la triunfal realización de su existencia.
Georg Trakl, poeta.
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